Andrés y Patricio
A veces, el amor necesita más de un intento para florecer. Andrés y Pato se cruzaron por primera vez en el 2015, bailando entre amigos en Saint, un club icónico de la época. La chispa estuvo ahí, pero la conversación se limitó al precio del dólar y el clima. Años después, un reencuentro en una cena y una noche de baile hizo que la historia tomara otro rumbo. El 26 de octubre de 2019 comenzaron una relación, compartiendo hogares, viajes y la llegada de sus perritas, Bruna y Simona. Entre risas y desafíos, supieron que querían compartir la vida para siempre.
El compromiso llegó en el 2023, con dos propuestas mágicas en distintos rincones del mundo. Andrés le entregó un anillo a Pato en Naoshima, Japón, y Pato hizo lo mismo en una playa cerca de La Habana, Cuba. Sin saberlo, ambos compartieron la misma cómplice y eligieron los anillos al mismo tiempo. La conexión entre ellos era innegable.
Al planear la boda, buscaban un lugar que reflejara su esencia. Descubrieron una hacienda en Tlaxcala, un sitio inesperado para sus invitados y perfecto para su celebración. La decoración se inspiró en el otoño mexicano, con tonos cálidos y referencias al barro, los maíces y los chiles secos. La ceremonia simbólica fue oficiada por sus mejores amigos, creando un momento íntimo y significativo.
Los momentos más memorables de su boda fueron una calenda oaxaqueña que transformó la emoción de la ceremonia en fiesta, su espectacular entrada con un mix de «Like a Prayer» y «It’s Raining Men» recorriendo las mesas, y el inesperado after en la capilla de la hacienda, con abanicos en mano y «Locomía» sonando de fondo.
Para quienes planean su boda, su consejo es confiar en un wedding planner, definir prioridades y rodearse de personas que realmente sumen a la celebración. Para Andrés y Pato, su boda fue más que un evento: fue un reflejo puro de su amor y la comunidad que los rodea.
«Todos tenemos historias distintas, pero el amor merece ser vivido en voz alta. No dejen que nadie los invisibilice: tenemos el derecho de amar y gritarlo al mundo entero».